Por Miguel Angel Pichardo Reyes*
AlterSoma
La estructura simbólica precede al sujeto, y
sólo es en la estructura como el sujeto deviene sujeto, constitución simbólica
desde el Otro, ese Otro que llama, que invoca al organismo para que el sujeto
se produzca como un efecto del significante en el modo de producción. Sin
embargo, el organismo deviene subjetividad, pues el cerebro es un órgano
social, un sistema abierto en constante retroalimentación. Aquí nos encontramos
con una dialéctica, pues sería falso creer en una supuesta asunción metafísica
del sujeto en tanto organismo pasivo sobre el cual se inscribe la subjetividad
abstracta. Antes bien tendremos que postular la inevitable resistencia del
organismo frente a los poderes discursivos del circuito simbólico que
constituyen al sujeto, desencarnándolo de su raíz material y sentiente que es
el cuerpo.
Las aproximaciones sobre la producción
simbólica del sujeto que tienen en cuenta al cuerpo en tanto materialidad
sintiente y biológica, tienden a menospreciar las potencias subversivas del
organismo, así como las funciones biológicas como sabidurías críticas y en
resistencia. Por eso será necesario colocar en la balanza la afirmación de la
subversión biológica del sujeto débil y metafísico, pues dicha biología no es
neutral, sino social y materialmente situada. ¿Pero en que consiste esta
subversión organísmica del sujeto metafísico? La subversión reside en la
irrupción de lo real-organísmico en el campo simbólico de la cultura,
dislocando al sujeto del lenguaje desde el silencio incómodo de las corrientes
vegetativas del cuerpo. Será aquello que llamamos “sexualidad”, esa corriente
de excitación vegetativa que se resiste a ser disciplinada, callada, reprimida
y expropiada, la que podrá subvertir el orden simbólico del sujeto. La
excitación del cuerpo no es solo una corriente neutral, sino una fuerza que
puede ser liberada.
Tendremos que pensar en un sujeto “corpóreo
políticamente sexuado”, pues insinuar un proceso crítico de emancipación del
sujeto sin inscribirlo en las coordenadas materiales, sintientes y de la
excitación biológica, llevaría consigo una nueva forma de colonizar
materialmente al sujeto, desmontarlo de su inmanente realidad corpórea para ser
nuevamente sometido a las dialécticas imaginarias y simbólicas. La corporeidad
del sujeto puede cumplir una función crítica desde el propio cuerpo, en tanto locus
de resistencia frente a las agresiones domesticadoras y colonizadoras del Otro
simbólico. Desde esta perspectiva nunca habían estado tan cerca Michael
Foucault con Wilhelm Reich.
El sujeto corpóreo políticamente sexuado es una
forma de remendar al sujeto metafísico, o más aún, de resistirse en contra de
las visiones estructuralistas de la muerte del sujeto. ¿Será posible inventar
al sujeto desde la materialidad sintiente del cuerpo organísmico? ¿es acaso
este sujeto corpóreo una posibilidad de emancipación material que puede
articularse con la búsqueda de un sujeto político del feminismo? Wilhelm Reich
se acerca al feminismo, no solo por la posible desconstrucción del sujeto
metafísico falogocéntrico, sino por las posibilidades político-estratégicas y
técnicas de una psicoterapia corporal crítica y feminista.
Resulta apabullante el silencio que prevalece
en el feminismo con respecto a la obra y la práctica reichiana. Aun más, es
sintomático el hecho de que en las búsquedas y discusiones feministas sobre el
sujeto prevalezcan los planteamientos metafísicos del psicoanálisis, ignorando
las aproximaciones materialistas, antipatriarcales, de crítica ideológica y
sobre la constitución del sujeto que realiza Wilhelm Reich a lo largo de su
obra. Quizás sea pertinente que el feminismo voltee su mirada a la psicoterapia
corporal reichiana, pues encontrarán no sólo una teoría crítica, sino también
una praxis emancipadora.
* Psicólogo Social y Psicoterapeuta Corporal.
Este ensayo forma parte de un proyecto sobre “El sujeto corpóreo políticamente
sexuado: Wilhelm Reich, Michael Foucault y Jacques Lacan”.
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