Por Miguel Angel Pichardo Reyes*
AlterSoma
La introducción del cuerpo en las psicoterapias
puede ser un engaño, pues es posible incluir al cuerpo dentro de un proceso
hegemónico de disciplinamiento y normalización. A esto le llamamos la
colonización del cuerpo, puesto que ahora el cuerpo puede ser útil para
aumentar la eficacia disciplinadora de la psicología-psicoterapia. ¿Sera el
cuerpo un nuevo lugar donde el sujeto puede refugiarse de forma intimista
frente a las amenazas del mundo moderno? En efecto, el cuerpo puede cumplir la
función de una nueva coraza frente al mundo, un lugar ocupado por un sujeto
débil que se esconde de la realidad a través de las funciones vegetativas del
cuerpo. Desde esta perspectiva el cuerpo es el nuevo medicamento, un analgésico
que siempre esta disponible, un enclave que guarda la debilidad del sujeto
lejos de los amenazantes fantasmas del mundo.
Pensar el cuerpo como un refugio, no es más que
otra forma de someterlo y normalizarlo. La potencia orgásmica reichiana no es
más que la subversión de esta forma sofisticada de trabajo con el cuerpo. Por
eso no solo será necesario introducir el cuerpo a la psicoterapia, como una
especie de extensión técnica, sino que la introducción del cuerpo tendrá que
cumplir una función subversiva con respecto a las fuerzas disciplinarias, un
resistencia activa contra las formas heterodesignadas de normalización
simbólica. El cuerpo es sobre todo un cuerpo políticamente sexuado.
Muchas personas quieren ver en las psicoterapias
corporales una terapia de la Nueva Era, una versión sofisticada de masajes,
chakras y energías junto con el psicoanálisis y la terapia Gestalt. Y
efectivamente, esto existe. La operación llevada a cabo desde estas psicoterapias
corporales funcionales consiste en integrar al cuerpo como una extensión
técnica del disciplinamiento normativo acrítico y funcional frente al
patriarcado-metafísico-falogocéntrico. Un saber en resistencia como el de la
psicoterapia corporal crítica, no circunscribe al cuerpo como una extensión
técnica, sino como una fuente de saber crítico, una epistemología materialista,
sintiente, sensual, erótica y política. El cuerpo es fuente y no medio o fin.
El cuerpo es sobre todo un estado activo del sujeto incardiano.
Propongo diferenciar entre las psicoterapias
corporales funcionales y las psicoterapias corporales críticas. Ya sean
reichianas, postreichianas, neoreichianas, o de otra designación, es posible
identificar sus prácticas disciplinadoras del cuerpo o liberadoras, críticas y
subversivas. Según yo, pienso que una psicoterapia corporal crítica tendría que
ser también, necesariamente, feminista.
* Psicólogo Social y Psicoterapeuta Corporal.
Este ensayo forma parte de un proyecto sobre “El sujeto corpóreo políticamente
sexuado: Wilhelm Reich, Michael Foucault y Jacques Lacan”.
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