Por Miguel Angel Pichardo Reyes
La vida
es sexual: reproducción, vinculación, placer
La vida, la vida toda, desde los micro-organismos
y las células, hasta los organismos pluricelulares más complejos. La vida se
abre paso a través de tres funciones sexuales fundamentales: la reproducción,
la vinculación y la orientación hacia el placer. Desde la célula hasta el ser
humano, estas tres funciones han acompañado nuestra evolución natural. Y aunque
no toda la naturaleza es sexuada, la constatación de estas tres funciones nos
permite decir que la naturaleza de la vida es intrínsecamente sexual.
En el caso de los seres humanos, la vida del
organismo humano es sexual, pues se presentan estas tres funciones sexuales.
Nos reproducimos a través del contacto genital, tendemos al gregarismo a través
de la vinculación sexual, erótica y afectiva, y nos orientamos hacia el placer
a través de la satisfacción de nuestras necesidades.
Somos
organismos sintientes: pluricelulares y vertebrados
Somos organismos sintientes, en tanto
pluricelulares y vertebrados, contamos con una red de sensores en nuestras tres
capas dérmicas: ecto, meso y endodermo. Cada capa se encuentra estructurada por
una red de sensores que envían información al hipotálamo para ser procesada y
analizada. Esta cualidad sintiente es fundamental, puesto que es en ella desde
donde podemos reproducirnos de la forma como lo hace un mamífero, y es también
como nos vinculamos, a través del contacto, el abrazo, el movimiento, el
arrullo, etc. Y es también desde esa cualidad sintiente como podemos
diferenciar entre un estímulo doloroso de uno placentero. De esta forma,
nuestros sistemas de sensopercepción nos permiten producir y reproducir la vida
a través del contacto, el movimiento y el placer. Nuestro cuerpo es
sensopercetivamente sexual.
Somos
mamíferos placentarios: relación sexual, nacimiento y lactancia
Los seres humanos somos mamíferos placentarios,
esto es, nuestra gestación se da al interior de una placenta, al igual que
otros mamíferos. Tres momentos en nuestra vida nos ayudan a recordarnos nuestra
naturaleza mamífera: la relación sexual, el nacimiento y la lactancia. Los
seres humanos establecemos relaciones sexuales como los mamíferos, involucrando
los órganos genitales, aunque nuestra naturaleza sexual es mucho mas plástica y
por lo tanto más variada.
El nacimiento y la lactancia nos vuelven a
recordar nuestra pertenencia animal como mamíferos. La gestación, el desarrollo
embrionario, la vida intrauterina, finalmente el nacimiento, el cordón
umbilical, la placenta, y posteriormente, la lactancia. Tanto la relación
sexual, el nacimiento como la lactancia, son sexuales, cumplen con las tres
funciones sexuales de la vida: reproducción, vinculación y placer.
Somos
primates: género homo y especie sapiens
Si bien somos mamíferos placentarios, de forma
específica nuestra clasificación sería la siguiente:
Reino: Animalia
Filum: Cordados
Subfilum: Vertebrados
Clase: Mamíferos
Orden: Primates (mamíferos
placentarios)
Familia: Homínidos
Género: Homo
Especia: Homo sapiens
Hace 6 millones de años tuvimos la última
abuela común los humanos y los chimpancés, a partir de ese momento inicia la
evolución del género Homo, culminando hace 2,5 millones de años en África, con
la fabricación de los primeros utensilios líticos. Desde hace 2 millones de
años los humanos se extienden desde África a Eurasia y evolucionan diferentes
especies humanas. Hace 500.000 años los neandertales aparecen por evolución en
Europa y Oriente Próximo. Hace 300.000 años utilizábamos cotidianamente el
fuego. Y hace solo 200.000 años aparece el Homo sapiens por evolución en África
oriental. Y solo apenas hace 70.000 años se realiza la revolución cognitiva con
la aparición del lenguaje, la cultura y el inicio de la historia. El Homo
sapiens se extiende fuera de África. Hace 45.000 años los sapiens colonizan
Australia y se extingue la megafauna australiana. Hace 16.000 años los sapiens
colonizan América y se extingue la megafauna americana. Y finalmente, hace
12.000 años se lleva acabo la llamada revolución agrícola con la domesticación de
las plantas, los animales y el asentamiento permanente de poblaciones.
Desde hace 2 millones de años hasta hace 10.000
años, coexistieron varias especies humanas junto con el Homo sapiens:
·
Homo florisiensis
·
Homo rudolfensis
·
Homo erectus
·
Homo neanderthalensis
·
Homo ergaster
Entonces tenemos dos secretos importantes que
dar a conocer:
1.
Pertenecemos
a la familia de los Homínidos o grandes simios, donde nuestros primos más
cercanos son los gorilas, los orangutanes y los chimpancés. Hace sólo 6
millones de años una hembra simio tuvo dos hijas, una se convirtió en el
ancestro de todos los chimpancés y la otra en nuestra propia abuela.
2.
No hemos
sido los únicos humanos, durante casi 2 millones de años convivimos varias
especies de humanos con los cuales coexistimos, muriendo hace apenas 10.000 años
el último humano diferente al sapiens.
Nuestros
sistema sexual es natural
Nuestro sistema sexual es evolutivo y forma
parte de los procesos naturales de lo viviente. Sin embargo, nuestra naturaleza
sexual es mamífera, homínida y sapiens. Nuestra naturaleza sapiens difiere
cualitativamente de la naturaleza de los demás mamíferos. Podríamos describirla
como una naturaleza sumamente plástica, con instintos naturales biosimbólicos.
Es así que podemos decir que el funcionamiento cortical propio de nuestra
especie se caracteriza por contar con un órgano biosocial como lo es el
cerebro. El cerebro humano es un sistema abierto tanto al ecosistema como a los
múltiples sistemas del organismo humano. La maduración neuronal va a depender
del ecosistema, y a su vez el ecosistema será modificado por la maduración
neuronal.
De esta forma la reproducción, la vinculación y
la orientación hacia el placer, en tanto instintos sexuales vitales, se verán
afectados por el ecosistema. Dicha afectación favorecerá la multiplicidad de
formas de estos instintos plásticos biosimbólicos, adquiriendo formas
neurobiológicas de acuerdo a la pluralidad de sentidos y prácticas del lenguaje
y el significante.
Sabemos que estos instintos sexuales humanos,
dentro de su plasticidad biosimbólica y neurobiológica, tienen como base las
estructuras evolutivas de la reproducción, la vinculación y la orientación al
placer. La vida sexual, pero la vida humana misma puede verse seriamente
alterada, transgredida, mutilada, negada, reducida, despreciada y mutada, por
las producciones biopolíticas que normativizan la reproducción, el vínculo y la
orientación hacia el placer. La civilización es ese paradigma que configurará
las estructuras básicas evolutivas de la naturaleza sexual humana.
Desde esta perspectiva de nuestra naturaleza
sexual humana es posible entender el lenguaje, el discurso, la cultura, la
política, como producciones simbólicas de la biología, y aún así hablaríamos de
naturaleza, aún de naturaleza biológica, sintiente, evolutiva, material.
Me parece que podemos hablar de dos acepciones
de naturaleza. La primera es cuando nos referimos a La Naturaleza, esto es, los
diferentes reinos (animal, vegetal, etc.), y segundo, cuando realizamos la
pregunta filosófica sobre nuestra naturaleza, esto es, las cualidades propias
de las cosas o los seres. Respondiendo a la primera acepción, podemos afirmar
que el ser humano, la sociedad humana, nuestra especie “es naturaleza”, y no
podrá dejar de serlo.
La segunda acepción es la que he tratado de
delimitar hasta ahora, y sobre ella podemos decir que nuestra naturaleza es la
de un animal mamífero, homínido, sapiens, simbólico, sexual, social y político.
Nuestra “naturaleza” es una naturaleza plástica que difiere de la naturaleza de
los otros mamíferos, pero aún así, ¿acaso no existen diferencias entre las
naturalezas de los propios mamíferos, y de estos con los reptiles? ¿por qué
suponer que nuestra diferencia en cuanto a la naturaleza de otros animales nos
hace superiores o nos excluye de la animalidad? ¿no es acaso nuestra animalidad
una variación evolutiva de la Naturaleza?
Nuestra
naturaleza animal es sexual
La sexualidad no es una dimensión más de
nuestra humanidad, como podría ser lo afectivo, lo mental, y lo social. Más
bien, la forma en que entendemos la sexualidad nos lleva a plantearla como la
principal cualidad de lo viviente, y por lo tanto, en el ser humano. Para
entender esto será necesario entender la sexualidad como un sistema, en este
caso, el sistema sexual. De esta forma el sistema sexual forma parte del cerebro
humano en tanto órgano social. El sistema sexual es un sistema neurobiológico y
ecológico, por eso podemos hablar del sistema socioneurobiológico sexual. Este
sistema socioenerubiológico ha sido descrito por las neurociencias y es
reconocido con el Sistema Neurobiológico de Apego.
El Sistema Socioeneurobiológico de Apego es un
programa seleccionado evolutivamente para la sobrevivencia del neonato, y de su
desarrollo y maduración, o de su bloqueo e inmaduración, dependerá la capacidad
de adaptación y funcionalidad orgánica en la edad adulta. El Sistema
Socioneurobiológico de Apego es una especie de modulador de las funciones
adaptativas del organismo: alimento, reproducción y defensa. Es en la
reproducción donde encontraremos lo propiamente sexual de nuestra especie:
reproducción, vinculación y orientación al placer.
Una persona enferma se encuentra bloqueada es
sus procesos socioneurobiológicos del sistema de apego sexual, por lo tanto
existirán dificultades para la reproducción sexual, la búsqueda de alimento,
las bajas defensas inmunológicas, la falta o pobreza vincular y una
desorientación con respecto a la búsqueda del placer.
El concepto de sistema o en particular, el de
biosistema, nos permite entender al biosistema sexual del apego como un
circuito de retroalimentación que se va ajustando de acuerdo al procesamiento
de información. Sin embargo, sabemos que esta información no consiste solo en
la codificación de señales y su transcripción en otros lenguajes biológicos y
simbólicos, sino que también se trata de información con carga energética:
hormonal, eléctrica, calorífica, etc. De esta forma tenemos un biosistema de
procesamiento y decodificación de información y energía. Cada señal cuenta con
una carga energética, ya sea neural u hormonal, dicha carga configura estados
emocionales dinámicos a través del sistema neuroendócrino. A esto bien podemos
denominar como la energía sexual, energía biofísica del biosistema sexual de
apego.
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