miércoles, 27 de mayo de 2015

La colonización espiritual del sujeto incardinado


Por Miguel Angel Pichardo Reyes*
AlterSoma

La cuestión en torno al sujeto nos lleva a plantearlo desde una filosofía política del sujeto, una desconstrucción crítica sobre sus orígenes estructurales en el marco del patriarcado. Plantear una metafísica del sujeto queda totalmente fuera de esta labor crítica, sino es que esta metafísica es el objetivo de nuestra crítica. El sujeto, su constitución política, es sobre lo que puede versar una teoría del sujeto. Su genealogía, los mecanismo por los cuales se produce y se constituye.

La constitución del sujeto se lleva a cabo en la dialéctica entre el organismo material sintiente y el modo simbólico de producción. El sujeto corpóreo es un sujeto incardinado, un organismo que se resiste a las agresiones de los modos simbólicos de producción: represión, disciplinamiento, opresión, etc. La resistencia viene de los propios flujos vitales que se abren camino frente a los intentos avasalladores de la colonización simbólica.

El modo simbólico de producción del patriarcado responde a una pulsión colonizadora, ese impulso por el cual todo organismo es desnaturalizado a través del sometimiento de sus pulsiones vitales. El origen de este sometimiento de las pulsiones viene de un planteamiento metafísico-patriarcal-falogocéntrico que se sintetiza en la oposición entre la materia y el espíritu. Y previa a esta oposición fue la invención del “espíritu”, en tanto actividad y fuerza de una naturaleza no-material que puede dominar la materia.

¿Pero de donde surgió la “necesidad” de tal invención? No fue propiamente una necesidad, sino quizás una oportunidad material de poder articular un mito que permitiera dominar a una población. Es posible que el “espíritu” haya surgido de las experiencias místicas de arrebatamiento, trances y posesión, adjudicándolo a una fuerza invisible que opera sobre la materia, y en particular, sobre el cuerpo. Dominar esa fuerza espiritual supone dominar y poseer los cuerpos de una tribu o clan. He aquí el inicio de la política metafísica, del liderazgo basado en el poder de dominar y someter. Será este poder metafísico el que sea el objeto del deseo de miles de personas a lo largo de la historia, y también será por causa de este poder que nuestra especie haya llegado a ser el más grande y peligroso depredador.


El objetivo de este poder-metafísico es el “dominio espiritual” del cuerpo. Pero este domino “espiritual” no es metafísico, es una performatividad del discurso que tiene su eficacia simbólica sobre la corporalidad sintiente. No hay nada de espiritual ni de metafísico, solo la operatividad del poder sobre los cuerpos. Lo “espiritual” no es más que el poder material-discursivo del patriarcado-metafísico-falogocéntrico que opera jerárquicamente sobre un campo material de dominación como lo son las comunidades de sujetos corpóreos-incardinados.

* Psicólogo Social y Psicoterapeuta Corporal. Este ensayo forma parte de un proyecto sobre “El sujeto corpóreo políticamente sexuado: Wilhelm Reich, Michael Foucault y Jacques Lacan”.

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